No todos los enjuagues bucales son iguales. Dependiendo de la situación, algunos pueden ser efectivos para combatir el mal aliento pasajero. Sin embargo, ¿son siempre la mejor opción para nuestra boca? En este post hablaremos sobre el uso de este producto y su papel en nuestra higiene diaria. ¿Puro consumismo? Todas las claves en nuestro blog ⬇️
El enjuague bucal es un líquido que se usa para limpiar la boca, complementando la acción del cepillado dental y aumentando la eficacia en la higiene diaria.
Generalmente se compone de agua, fluoruro, peróxido de hidrógeno, clorhexidina, colorantes, saborizantes y, en muchas ocasiones, también de alcohol etílico. Aun así, debido a la enorme oferta que podemos encontrar en el mercado, es probable que veamos marcas que emplean otro tipo de ingredientes en sus fórmulas, los cuales tienen como objetivo: aumentar la eficacia, dirigir su acción a tratar alguna patología concreta, mejorar su sabor o experiencia de uso y, más habitual aun, hacerlos más atractivos visualmente ante la competencia.
¿Qué público debería usar enjuague bucal?
Es común pensar que este producto se utiliza única y exclusivamente para combatir el mal aliento. En consecuencia, muchas personas rehusan gastar dinero en algo que consideran que no les hace falta. Sin embargo, debemos remarcar, los enjuagues bucales no solo sirven para este propósito, también son un buen aliado para evitar la acumulación de placa bacteriana que produce la caries, la gingivitis y/o las infecciones.
Por tanto, aunque no podemos considerar el uso de enjuagues bucales como un sustitutivo de cepillado diario, sí son un buen complemento para la higiene del día a día. Así pues, nuestra recomendación es que todas las personas que tengan una boca sana los utilicen dos veces al día: cuando se cepillen los dientes por la mañana y cuando se vayan a dormir por la noche.
No deberían utilizar los enjuagues bucales convencionales aquellas personas que tengan problemas periodontales, sensibilidad dental muy acusada, heridas abiertas en la boca, llagas, en postoperatorios (a menos que lo recomiende el dentista) o en los casos en los que se haya practicado un blanqueamiento dental recientemente. La situación ideal es consultar siempre con tu odontólogo/a de confianza, quien te dirá cómo debes proceder en cada caso; qué tipo de enjuague es el más indicado para ti y cómo debes aplicarlo a tu rutina de higiene diaria. Puedes emplear la revisión anual para formular esta cuestión.
¿Los enjuagues bucales sirven contra el mal aliento?
La respuesta correcta es: depende de cada caso particular. No es lo mismo tener mal aliento de forma puntual (por lo que hemos comido) que por una patología o condición persistente y/o en desarrollo. En el segundo caso será necesario detectar por qué se está produciendo esta situación, más que intentar encubrirlo. Vamos a ver el por qué de este tipo de respuesta.
Imagina que un día concreto has comido ajo. El mal aliento no tiene nada que ver con tu salud bucodental, sino con el fuerte olor de este alimento que ha quedado impregnado en tu boca y en tu sistema digestivo. Pasado un tiempo, mediante la salivación, tu cuerpo será capaz de eliminar el olor de forma natural, pero para hacer más llevadero ese proceso, el cepillado y el enjuague bucal sí te serán de gran ayuda. Este producto refrescará tu boca y enmascarará el olor en mayor o menor medida, además de ayudar a controlar las bacterias y a eliminar los restos de comida que hayan podido quedar entre tus dientes.
Ahora supongamos que el mal aliente es algo que te afecta de forma habitual, independientemente de lo que comas. Además, no fumas, tienes una buena higiene y te hidratas correctamente; has ido al dentista para chequear el estado de salud bucodental y todo parece correcto. ¿Qué puede ser? ¿Me sirve en este caso el enjuague bucal?
En esta situación es habitual que el problema esté relacionado con el pH de tu saliva. El enjuague bucal sí te servirá, aunque tu dentista será el más indicado para determinar qué tratamiento o consejos puedes llevar a cabo para regularlo. Por ejemplo, si incorporas alimentos alcalinos a tu dieta, conseguirás ir regulándolo de forma progresiva la acidez de la saliva, haciendo que con el tiempo el mal aliento desaparezca. El enjuague bucal te servirá para llevar mejor ese proceso.
Si por el contrario se trata de una patología, del mismo modo, la clave estará en tratarla. No servirá de mucho emplear enjuagues bucales cuando el problema sigue ahí. Por mucho que pueda enmascarar el olor durante unos minutos, al poco tiempo notarás que tienes que repetir el proceso porque ya no está funcionando. ¡Tu dentista debe subsanar el problema de raíz!
¿Todos los enjuagues bucales son iguales?
No. Aunque la base pueda ser la misma, como comentábamos al principio, algunos cuentan con ingredientes extra o sustitutivos que se adaptan a cada situación particular. Los enjuagues bucales especializados se venden en farmacias y, en algunos casos, en los propios centros odontológicos. Estos productos están diseñados para tratar una patología concreta o para proporcionan una protección duradera ante algún agente específico. Algunos enjuagues bucales especializados también contienen ingredientes como el flúor, el cual ayudar a fortalecer los dientes y prevenir la caries dental.
Como profesionales de la salud bucal, los dentistas están entrenados para evaluar tus necesidades y recomendarte los mejores productos para ti. Además, al elegir un enjuague bucal especializado, es importante asegurarse de que contenga ingredientes seguros y efectivos. Nuestra recomendación es que siempre sean sin alcohol. ¡Pregúntale a tu dentista cuál es el mejor para ti!
En conclusión, si sufres de mal aliento crónico, nuestra recomendación es que tu dentista descubra cuál es la causa de lo está produciendo; eliminando, de ese modo, el problema de raíz. Tu dentista puede ser una gran ayuda en la selección del mejor producto para tus necesidades. Recuerda que el uso de enjuagues bucales especializados no debe reemplazar la atención dental regular y una buena higiene oral, aunque sí puede ser conveniente.
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